Pues como no nos quedaba chucrut, ayer compré dos lombardas y hoy me he puesto a la labor. Cuesta bastante, pues no sólo es lavar, cortar... y demás, sino que todo ello conlleva sacar una serie de herramientas para hacerlo lo más sencillo posible, aunque hagas lo que hagas y tengas el mayor cuidado, se llena todo de culebrillas moradas que te ponen todo perdido. Pero a lo que vamos: primero sacar el cuchillo eléctrico, porque hay que cortar la lombarda en cuatro trozos, luego quitarle el corazón que es duro como piedras. Una vez tienes partida en cuatro cada col, sacas la mandolina. También puedes hacerlo a cuchillo, pero se tarda una eternidad. Con la mandolina también se tarda, pero mucho menos y además te aseguras que los trozos sean más o menos iguales.
Bien, pues ya tenemos cortadita la lombarda. No hemos terminado, ahora hay que pesarla para saber cuanta sal hay que poner. La mía pesaba un kilo setecientos gramos. Hay que poner 15 gramos de sal por kilo de col y lo mejor es no echarla todo a la vez, sino repartirla por la montaña de col, o sea que había que sacar parte del repollo para repartir todo bien.
Una vez hecho esto, a machacar el conjunto para que suelte el agua de la col. Y ahí se pasa un buen rato machacando y apretando bien la col para que suelte líquido que luego servirá para que, una vez envasado en un bote hermético, el agua cubra la preparación para que no haya problemas de mohos o similares.
Y a esperar un mes... Sólo queda limpiar todo lo que has sacado y dejar la cocina como si no la hubieras usado.
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